Hoy la niebla gris y tenue como tela de araña, se enganchaba en los verdes árboles que nos rodeaban de camino al formidable Castaño de Cotanillo, que con más de 320 años de antigüedad, nos dio la bienvenida. Tras abrazar y absorber la energía positiva  de este colosal castaño, abandonamos su entrelazado de ramas que abriéndose horizontalmente le confería  un carácter totalmente siniestro y fantasmagórico.
Seguimos campo a través por un bonito entorno natural, antes de llegar al Pico del Fraile y la Machota Baja.
Continuamos viendo curiosas formaciones rocosas antes de terminar en una preciosa zona de castaños, donde paramos a comer. Era como un lugar sacado de un cuento, en el que algunos de sus árboles están incluidos en el Catálogo de Árboles Monumentales Madrileños.
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